Este es un unipersonal sobre las rutinas cotidianas de un hombre que no es común – pero que ensaya para serlo –. La propuesta nos sumerge en la sencillez de sus necesidades y relaciones. Acá las palabras se dicen para ser ejecutadas y las acciones son lo que se puede digerir con la mirada. El control meditado sobre los detalles cotidianos no concuerda ni resuelve lo previsto ni recompone el caos.
Fragmentar es su obsesión, controlar su aspecto, sus movimientos, robar particularidades ajenas con su cámara de video casera. Graba y estudia el mundo de afuera así como el que se gesta entre el performer y la gente. Luego, la irremediable deformación que produce la autoobservación, lo obsceno y desconcertante de los pensamientos que tenemos o no podemos tener.
Aliviarse escupiendo todo esto frente a alguien. Los juegos que se crea a sí mismo, son el descanso y la posibilidad para aprender lo más sencillo; qué es necesario para ser algo aceptable frente a los demás o que así lo crean. Cómo hacer para que esa normalidad me haga invisible. Que nadie me mire.