Sarah Ruhl es una autora norteamericana con una voz muy especial y La Casa Limpia es una joya. En ella nos plantea que el mundo limpio, pulcro no permite relaciones humanas sanas ya que necesitamos un poco, o un mucho, de suciedad, para realmente amar. Es una comedia triste (término acuñado por nosotros) y en este caso fue un reto para Abya Yala quien, si bien puede hacer muy bien montajes escritos desde antes, normalmente se aboca a la investigación/creación.
La Casa Limpia cuenta la historia de Lane, una doctora, quien emplea a una jóven brasileña llamada Matilde para que se encargue de la limpieza su casa. El sueño de Matilde es convertirse en una humorista famosa y no le gusta limpiar casas.
Virginia, la hermana de Lane, tiene la obsesión al orden, a la limpieza y logra convencer a Matilde que la deje limpiar la casa de Lane en su lugar. Se genera entre ambas una complicidad para llevar a cabo sus verdaderos deseos, una que no le interesa limpiar pero debe hacerlo y otra, que ve cumplidos sus obsesiones limpiando la casa de su hermana.
En medio de esta complicidad por la limpieza y por crear el mejor chiste del mundo, se da a conocer la relación entre Carlos, el esposo de Lane, también doctor, y una paciente, Ana, que tiene una enfermedad terminal.
Esta relación viene a “ensuciar” la pulcritud de las relaciones de todos los personajes, y se empiezan a descubrir la suciedad de las verdaderas emociones ocultas, las cuales eran cubiertas por el blanco inmaculado de la casa limpia.